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domingo, 31 de julio de 2011

Educar el cuerpo , esferodinamia


La Esferodinamia se encuadra dentro del campo de la Educación Somática, que agrupa a las disciplinas que ponen énfasis en el aprendizaje a través del cuerpo en movimiento, del registro interno del mismo y de sus relaciones con el entorno como base para la percepción y para la acción en la realidad cotidiana.
Siguiendo esta filosofía, no hablamos de terapeutas corporales sino de docentes o facilitadores que acompañan
el aprendizaje que cada alumno, ofreciendo elementos y recursos que pueden ser de ayuda en ese proceso. Los
aspectos terapéuticos están presentes, pero el énfasis está puesto en la educación o reeducación del cuerpo en
movimiento, con las consecuentes transformaciones que se producen en la compleja unidad cuerpo-mente.
El estudio de la anatomía y fisiología humanas es la base para que los facilitadores puedan estar abiertos a agudizar
la escucha y a poder comprender los procesos que se van desarrollando, las intenciones del cuerpo del alumno, sus
deseos y necesidades. Este estudio brinda seguridad para abrirse a la intuición y confiar
en ella como guía.
En Esferodinamia Terapéutica se trabaja sobre la función y la estructura. La estructura limita a la función en la medida en que el cuerpo, debido a los acortamientos musculares, no sea capaz de ejecutar movimientos en su mayor rango de amplitud. Por otro lado, es el aprendizaje funcional el que nos permitirá utilizar al máximo esa capacidad estructural a través de un uso más eficiente del cuerpo con economía de esfuerzo muscular. En función de ello, la práctica sobre pelotas podrá poner énfasis en uno de los dos aspectos, o en ambos a la vez.
En los ejercicios de aprendizaje funcional entrenamos la capacidad propioceptiva, es decir, la habilidad del cuerpo
de percibirse a sí mismo internamente y en relación al espacio, en quietud y en velocidad utilizando o inhibiendo conscientemente los reflejos, las reacciones de enderezamiento, las respuestas de equilibrio y los Patrones Neurológicos Básicos (respiración celular, pulsación, radiación umbilical, oral, pre-vertebral, espinal etc) que forman el sustento de la habilidad del cuerpo para moverse en el espacio.
Además, actuamos sobre el tono de la musculatura.
Desde el punto de vista neurológico, el tono muscular es la contracción tónica de los músculos mantenida a
través del tiempo. Tiene como base el reflejo miotático, y es originado por estímulos provenientes del mismo
músculo (regulación autógena del tono) y de los receptores propioceptivos ubicados en distintas zonas
del cuerpo, especialmente en el cuello y en el laberinto no auditivo del oído interno. Es la actividad muscular de
base, el estado de “reposo” de los músculos y expresa la capacidad que éstos tienen para responder o relajarse.
Cada individuo posee un tono básico que comienza a desarrollarse en el útero y es modificado por la forma en
que nos relacionamos física, perceptual y emocionalmente con el entorno y con la
gravedad. Esto se refleja en la calidad del movimiento. Un tono bajo indica dificultades en enfrentar la fuerza gravitatoria; un tono alto indica que estamos resistiendo en exceso la atracción de la gravedad; un tono balanceado y
uniforme nos muestra que tenemos una relación cómoda o equilibrada con la fuerza de atracción de la tierra.
Este trabajo nos permite percibir el tono muscular y aprender a regularlo entrenando la capacidad de tensión
de los músculos en relación a la superficie del balón y la descarga del peso sobre el mismo.
En los ejercicios estructurales de alineación y elongación
de las distintas cadenas musculares (cuyo acortamiento es responsable de las malas posturas o desviaciones
con respecto al modelo ideal), trabajaremos para aumentar la movilidad de las articulaciones.
El apoyo inestable sobre la pelota nos obliga a realizar suaves estiramientos, prolongados
en el tiempo, que son más eficaces para la corrección que las tracciones bruscas, ya que reducen al mínimo
el riesgo de lesiones y las compensaciones que los músculos cortos producen en el cuerpo para evitar el estiramiento.
La posibilidad de mantener la tracción suave durante el mayor tiempo posible permite ir estirando paulatinamente la musculatura acortada, y que ese estiramiento se mantenga luego de finalizado el ejercicio. Para optimizar el trabajo, combinaremos estos estiramientos con empujes, de manera de realizar contracciones de alargamiento.
De esta manera, habremos combinado musculación y flexibilización, logrando así músculos largos pero a la vez fuertes. En su relación con el espacio, los balones nos permiten trabajar el cuerpo en todos los planos de movimiento.

paula freire
estudio silvia mamana

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